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Visitas I

Fotografía de Carlos Martino - Malargüe https://carlosmartino.com/ Las palabras crean los objetos de los que hablan, decía por los 70, Michel Foucault. En la casa de R. en un distrito de San Rafael y siguiendo una huella que sigue al canal nos juntamos a despedir el año. Cosechadores de la vid y la ciruela y yo. Mis afectos, mis desconciertos y yo. La casa de adobe con una única ventana y dos puertas que dan ambas a la parra casi seca. No tiene agua potable ni no potable. Unos vecinos de cerca de la ruta les dan agua por medio de una manguera larga, a algunas horas y a absoluta discreción de sus dueños (tampoco se la prestan, limitan su solidaridad a que sus vecinos le paguen la cuenta municipal completa). La casa la dirige una mujer, y como era de esperar, uno entra y se encuentra un hogar. Es sombría, tiene dos sillas y una mesa amplia. No hay armarios, sobre una de las paredes pende un televisor de un montón de pulgadas (no tengo idea de cuántas) y afuera hay una antena de es

Animales I

Fotografía de Carlos Martino - Obscuros contrasentidos https://carlosmartino.com/#!/-obscuros-contrasentidos/ Cuando llegué a casa esa noche, me la encontré al fondo del jardín, donde está la huerta. Se quedó tiesa, la cabeza en dirección a mí y los ojos redondos en los faros del coche. No había visto ninguna todavía, aunque sabía que las había porque vi los hombres y los galgos pasearse en la noche con linternas por las fincas aledañas. Cuando hicimos la huerta con mi padre, de todos los peligros que previmos, no contamos con ellas. Tuvimos en cuenta el daño potencial de los perros y su pasión por escarbar la tierra húmeda; la alambramos. Sabemos de los hábitos de las hormigas y los caracoles; plantamos las aromáticas y las margaritas amarillas alrededor del alambrado. El granizo no se hizo esperar, golpeó los brotes de zapallos, quebró los maíces altos. No tardamos en cubrirla con la tela protectora. ¿Pero las liebres? Esa noche la miré como se hubiera visto un búfalo. Era el