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Los viejos VI

Flor Herida Ezequiel Fuentes-7 años - Soporte de madera. Neuquén Argentina. Agradecimiento especial a su maestra, María Belén Mantilano

Animales IV

No hables así. No me llames de ese modo como si, de verdad, te hiciera falta. Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar Salvador Dalí - 1944 https://www.wikiart.org/es/salvador-dali/sueno-causado-por-el-vuelo- de-una-abeja-alrededor-de-una-granada-un-segundo-antes-de- despertar -1944 No me pidas. Hay una planta, pequeña, que crece debajo del níspero de la casa. No puede moverse, está inmóvil, sus raíces no son patas (eso creés, mi inmovilidad). ¿Has visto las abejas?  No me esperes porque no podré asistir. No es que mis movimientos sean perezosos, es que te son imperceptibles. Hay sombra, hay agua escasa. Subir, ser, permanecer. Todo es un esfuerzo cotidiano. ¿Has visto, a mi vera, las abejas?  El néctar que no te he dado. La sombra que no he buscado. La flor que no has mirado. ¿De verdad creés que porque me extrañes una tarde el verde de las hojas se hará profundo? Es que no has visto las flores. Mis flores. 

Las estaciones II

Kiyoshi Saito Steady gaze two cats-1960 https://www.wikiart.org/es/kiyoshi-saito Había comenzado la temporada de lluvias un poco más temprano que el año anterior. En el trayecto hasta el aeropuerto con sus padres y hermana en el auto, Ana se abstraía de las conversaciones y los suspiros fijando la vista en los árboles que se desplazaban a la velocidad del coche. La lluvia no era muy fuerte, pero había arrancado algunas de las primeras flores de los palos borrachos. Había cierta elegancia en los pétalos sobre el agua. Ana seguía las líneas de los árboles con un sol debilísimo de fondo. A esa misma velocidad la cruzaban a ella escenas de su vida.  Recordó algunos hábitos, el de tenderse en el sofá del departamento a mirar el techo si no podía concentrarse en la lectura. Las siestas con las cortinas cerradas y esa luz verde que entraba y se posaba en el blanco de la mesa. La música. Recordó el consultorio que había debido desarmar para partir. Los, ahora ex, pacientes que le hab

Animales III

Liliana Italiano - Cerámica http://lilianaitaliano.blogspot.com.ar/ Y entonces, un día, todo sobra.  El borde de un exceso, un plus  Un presente no vasto. Que no basta.  Un día, los nombres se entremezclan  Hablan. En lenguas inentendibles, me hablan  Y el cuerpo -mi cuerpo- excede, tanto.  Lo que miro sigue su curso en las fresias rojas del frente de la casa.  Este año volvieron. Sé que volvieron porque alguien las vio antes.  Alguien, antes, fijó un tiempo de bulbos y de casas.  Lo que no vi siguió su curso.  Lo que no veo también fluye.  Y yo me esfuerzo para que lo que es, sea  Para que lo que fue, fuera.  Pero, un día, todo sobra.  El presente se alarga como mancha  ITO JAKUCHU - Phoenix and Sun https://www.wikiart.org/es/ito-jakuchu   Veo el detrás y, parece, que el delante.  Un laberinto estrecho que recorre  Con desmantelada ironía  Con desarticulada gracia  La palabra presente.  Capas, la ironía y la gracia, 

El tiempo IV

Kiyoshi Saito- Ecstasy-1953 https://www.wikiart.org/es/kiyoshi-saito/ecstasy-b-1953 Dice que no le había pasado nunca. Que así no es como sabía ser, que no se lleva bien con estas cosas.  Es que la vida tiene tantas consistencias.  La consistencia líquida de lo que dura, la blandura de lo que crece, la fragilidad de lo que muere y, también, el filo de lo que no se va a quedar. Yo me pregunto, a veces, si la fugacidad que nos cortó no permanecerá en la cicatriz. Alguna vez—si estamos atentos, si miramos los ojos que nos miran, si dejamos que algo nuestro (que no somos nosotros) por una vez decida— la vida nos toca de otra forma. Nos cambia la consistencia. Abre los tejidos, saca a ventilar las vísceras y quedamos expuestos a las inclemencias de un encuentro. Nos deja sin el abrigo de lo conocido. Nos hace amar un cuerpo anónimo con una pasión que no nos habitaba. Nos anima a articular en palabras sucedidas la sorpresa de una nueva dimensión, la de los cuerpos, la del amor furtiv

Los días I

Bui Xuan Phai - Vietnam https://www.wikiart.org/es/bui-xuan-phai Está pintando el otoño y en Mendoza hay que ver cómo se pinta. Ayer fue un día apacible, de inicios de estación, esos tan lindos que uno queda como a la espera de sus regalos. Y ayer llegaron. Primero, una llamada que se cortó con un ‘te quiero’, luego una respuesta de correo inesperada y con augurios; y hasta una indeclinable invitación a un viaje. Me pareció verle una sonrisa, como a la pasada. Hice exactamente lo que quise hacer durante todo el día. No había urgencias y mañana haría lo que dejaba pendiente.  Esta mañana me despertó el ruido de un accidente en la calle. Salté de la cama. El teléfono hizo exactamente lo mismo, pero estalló en diez pedazos. Salí a la vereda, otros vecinos habían auxiliado a la mujer y llamado a la ambulancia. Cerré mal la puerta y uno de los perros se escapó. Salió con el único propósito de atacar al perro de la vecina de enfrente, que terminó ensangrentado como la mujer en el

El tiempo III

Ilustración de Viviana Bilotti http://vivianabilotti.blogspot.com.ar/ Cuando él llamó, “el dinosaurio todavía estaba allí”. Se habían conocido, en una ciudad, en la adolescencia. Se habían reencontrado, en otra ciudad, en la juventud. Acabaron resignándose a los encuentros a lo largo de la juventud tardía, la madurez temprana y la edad adulta. Tenían algo que aprenderse y así se vivieron mutuamente. Un amor que no cabe en el terreno alambrado de la cultura. Algunas veces intentaron encajar en las formas acostumbradas, hicieron esfuerzos por comprender. Alguno de los dos, de manera intermitente, incluso se animó a llamarlo con un nombre. Lo que se tenían no estaba oculto en la profundidad de una montaña ni expuesto a la luz del cielo. No era mundano ni tampoco divino. Era. Los excedía y los incluía, pero era mayor que la suma de ambos. Después de varios años, y como solía ocurrir entre ellos, de la nada, llamó. Dijo que había encontrado un dibujo que había hecho en alguna época,

Visitas II

Fotografía de Carlos Martino - Regreso de Buenos Aires https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10210346237122110&set=pb.1527672303.-2207520000.1521484301.&type=3&theater En París, vi que las novias (sobre todo de origen asiático) se sacaban fotos todo el tiempo, con todas las luces posibles, sobre el Sena. Vi que el amor era un candado que derrumbaba puentes y la ciudad no los resistía: Nos ponts ne résisteron pas à votre amour . Vi a un hombre joven, con su barba pintada de verde y piercings a lo largo de ambas cejas, conversar en el tube con una mujer de mi edad vestida en modo oficina y tacos aguja, y los oí reír a carcajadas. Vi, en el mismo tube , a un grupo de amigos (con los atuendos más estrepitosos y dignos de un recital de Prince) escuchar con respeto, aplaudir y dejar billetes (no monedas, ¡en libras!) a un guitarrista negro, español que cantaba algo hermoso en un idioma que me fue imposible reconocer. Mientras un señor mayor, con acento irlandés y cabello

El viento III

Fotografía de Carlos Martino https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10209986244962531&set=picfp.1527672303.10209986244762526&type=3&theater La población indígena donde hacían la “veranada” era el último punto del recorrido. A partir de allí emprenderíamos el regreso. Era nuestro tercer día en la montaña. La tercera noche sería en un punto a la vuelta de la población donde cazaban su provisión de guanacos para el invierno. Era enero, pleno verano en la cordillera. Mi caballo era petizo, el más manso, porque no me atrevería a dar indicaciones a un animal mil veces más grande y sabio en cuestiones de montaña. Cuando llevábamos un par de horas de marcha comenzó el viento blanco, íbamos por un desfiladero a más de 3.500 metros de altura. Nos cubrimos la cara con pañuelos y ajustamos la cuerda del sombrero al mentón para que no se volara. El volcán por el que estábamos cruzando se llama Overo, que en el español nuestro quiere decir manchado. Manchas blancas de hielo sobre

La estaciones I

ITO JAKUCHU - shuto-gunjakuzu https://www.wikiart.org/es/ito-jakuchu - Yo no tengo la fuerza de ese árbol.  Dijo ella, sentada sobre la pirca que dividía el río. A la orilla norte del río la contorneada una línea de plátanos con raíces que salían de la tierra en un diseño enmarañado. La hilera de árboles no se extendía más que un par de cuadras. El resto de la orilla era bajo, rocoso, con algunos arbustos esparcidos que hacían de telón de fondo al amarillo de lo lirios en el agua.  Estaba completándose el día y la luz era oblicua. Esa luz de primavera tardía o de otoño temprano no llegaba a reflejarse sobre el agua. Habían quedado solos tras una intensa siesta de palabras cortantes derramadas con el vino y la fruta. Se habían dicho algo después de mucho tiempo. Él retomó el diálogo de hacía unas horas.  - Estoy extrañado, de verdad. Creí que entre nosotros...  Se detuvo para observar el cielo.  - Mirá esos patos. Vuelan de dos en dos, parece que supieran el

Augurame el mar

I  Egon Schiele - Sunflowers . 1911 https://www.wikiart.org/es/egon-schiele Sí, el tiempo pasó  ¿Por qué nada me llama a estar con vos?  Como antes,  cuando todo se reducía a estar con vos,  sólo con vos  Algo busca concretarse porque  empiezo a penar  En casa no hallo las presencias de mi sed  Los adioses me bebieron  (¿Qué escenas debo invocar  para amortiguar mi ardor?)  II  Fotografía de Carlos Martino - Coquimbo, Chile https://carlosmartino.com/#!/-inicio/ El torrente de la oscuridad  rompe sus aguas contra mí  Quiero balancearme, ser azotada, flotar y hundirme  como una rama náufraga  Quise  descubrir en tu interior  algo hecho enteramente para mí  Algo,  como una gota de sangre animal  (¿Creés que podrá después de vos  mi alma  recordarse?)  III  La noche oculta a los amantes  camino de la aventura  Vos estás ahí,  en la ausencia de vos que proyecta el paisaje  Dormís,  no a mi lado 

Variaciones sobre una despedida III

Como una sombra, también,  de corazón todo húmedo  y vagamente florido.  Don JuanEle  (Ortiz) III  Self portrait with arm twisted above head Egon Schiele - 1910 https://www.wikiart.org/es/egon-schiele Dejá que hablen los poetas. Que tu llamado de amor se desgrane por la callejuela, abatido de lunas. Date una pose imperiosa y suave aunque no puedas, todavía, acomodarte al dolor. Envolvete en tu propia piel y besá a la ciudad en un solo baño de sentida poesía. Tomá todas las artimañas que usan las personas cuando desean algo, cualquier cosa. (Quizá esa soledad de mí, que habrás deseado, y que ahora te resulta insoportable).  Sé multiforme y de ningún modo ostentes una sola alma. No sigas buscando siempre a lo que, realmente, ya no puede encontrarte. Tu sufrimiento no se va a calmar huyendo, se intensificará. Encontrá un sentimiento digno de colocar en alguna parte que no sea esta alcantarilla negra de dudas y de pérdida. Una locura ruidosa en medio del silencio:

El cielo II

Fotografía de Carlos Martino - Tormenta en San Rafael, Mendoza https://carlosmartino.com/ Anoche hubo tormenta. De esas espectaculares, con rayos, centellas, truenos feroces y demás tigres. Giraba en círculos por la noche y Zeus lanzaba rayos por donde se estaría escondiendo Cronos. Salí a la galería para mirarla, para ser testigo de primera mano. Hay algo mágico en las tormentas cuando uno puede mirarlas en lugares donde la luz de la civilización casi no ha llegado. No duré mucho porque mojaba y castigaba incluso donde habitualmente no me siento a la intemperie. Recordé un curso que hice hace un tiempo vinculado a la meteorología. Era un curso sobre el fenómeno de La Niña. La tormenta me arrancó una confesión. La ciencia de la meteorología me excede y pude con ella cuando comencé a leerla como un oráculo. Así. Hay señales que se pueden medir, calcular para hacer el pronóstico. Incluso las escalas pueden medirse de manera bastante certera, aunque la palabra “bastante” es clave.

El cielo I

Maple tree and small birds - Ito Jakuchu https://www.wikiart.org/es/ito-jakuchu Hay unas plantitas parecidas a las cebollas que puse cerca de las cortaderas. Algunos años florecen y otros no. Hace unos días florecieron y a mí me parece que cambiaron todo el jardín. Así, chiquititas como son. Las cortaderas este año sacaron sus plumas, además. No lo habían hecho nunca desde que estoy acá. Parece que supieran. Los días son todos casi iguales. Aunque la luz de la mañana tiene un lustre más suave en estos días y el atardecer se apura un poco en teñir las nubes. La luna, en cambio, es la luna. Ella es predecible, por eso cambio los ojos para salir a mirarla. Hay algo que va anunciando el otoño, algún otoño, este otoño. Ya me había dicho el poeta que abril era el mes más cruel, y le he creído. Pero esta vez la mezcla de recuerdos y deseos me ha tenido un poco inquieta. Este otoño no va a parecerse a ningún otro. Por eso los cebollines y las cortaderas se pavonean por el parque, porqu

Los viejos IV

Fotografía de Carlos Martino - Urbanos y Humanos https://carlosmartino.com/#!/-urbanos-y-humanos/ Llegaba a casa subiendo la calle  empinada   de tierra sin bajarse de la bicicleta. En el canasto venía el pan de mandarinas que todos esperábamos. Llegaba a la clase, con sus 80 años, y nos enseñaba de qué se trataba la danza, de qué material estaban hechos los cuerpos, dónde se escondía la calidad de un movimiento. Todos los demás teníamos, por lo menos, la mitad de su edad (aunque nos duplicaba en mucho más). Las clases de técnicas corporales terminaban en danza ¿cómo se arma un diálogo, si no? Ella era capaz de encontrar la economía de cada movimiento, llenarlo de su gracia y de sentidos. El aplauso nuestro era la respuesta instantánea. Salía al unísono como un coro. Lo nuestro, en cambio, resultaba demasiado, parecía forzado, abarcaba más espacio y energía que la que hacía falta. Un despliegue. Un exceso. El pan también era pequeño y el aroma inconfundible —llegaba un poco más l