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Mostrando las entradas con la etiqueta relato breve

Los días II

Fotografía de Carlos Martino - Urbanos y humanos https://carlosmartino.com/#!/-urbanos-y-humanos/ Alguien se levanta de prisa, va hasta el patio, enciende la pava, trae el mantel y pone las tazas, el pan y el dulce sobre la mesa, al sol. Despierta a los niños. Sonríe.  Alguien se levanta de un salto, va hasta el baño, abre la ducha. Mira el celular, usa el perfume. Sube al coche, entra al café. Abre el diario. Mira por arriba de los lentes y las páginas. Saluda. Espera.  Alguien se levanta y se sienta al borde de la cama. Mira hacia el brillo del día en la línea de luz que no detiene el blackout . Se inclina al otro lado de la cama. Besa. Se incorporan, conversan; cada uno mirando a un lado distinto de la cama. En la cocina hay olor a tostadas. Proyectan.  Alguien no quiere levantarse. Apaga la alarma. Se cubre la cabeza con las mantas. Aprieta los párpados para que no se le escape el sueño; para que siga. Vuelve a sonar la alarma. Aparece de debajo de las sábanas. B

Los viejos VI

Flor Herida Ezequiel Fuentes-7 años - Soporte de madera. Neuquén Argentina. Agradecimiento especial a su maestra, María Belén Mantilano

Animales IV

No hables así. No me llames de ese modo como si, de verdad, te hiciera falta. Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar Salvador Dalí - 1944 https://www.wikiart.org/es/salvador-dali/sueno-causado-por-el-vuelo- de-una-abeja-alrededor-de-una-granada-un-segundo-antes-de- despertar -1944 No me pidas. Hay una planta, pequeña, que crece debajo del níspero de la casa. No puede moverse, está inmóvil, sus raíces no son patas (eso creés, mi inmovilidad). ¿Has visto las abejas?  No me esperes porque no podré asistir. No es que mis movimientos sean perezosos, es que te son imperceptibles. Hay sombra, hay agua escasa. Subir, ser, permanecer. Todo es un esfuerzo cotidiano. ¿Has visto, a mi vera, las abejas?  El néctar que no te he dado. La sombra que no he buscado. La flor que no has mirado. ¿De verdad creés que porque me extrañes una tarde el verde de las hojas se hará profundo? Es que no has visto las flores. Mis flores. 

Las estaciones II

Kiyoshi Saito Steady gaze two cats-1960 https://www.wikiart.org/es/kiyoshi-saito Había comenzado la temporada de lluvias un poco más temprano que el año anterior. En el trayecto hasta el aeropuerto con sus padres y hermana en el auto, Ana se abstraía de las conversaciones y los suspiros fijando la vista en los árboles que se desplazaban a la velocidad del coche. La lluvia no era muy fuerte, pero había arrancado algunas de las primeras flores de los palos borrachos. Había cierta elegancia en los pétalos sobre el agua. Ana seguía las líneas de los árboles con un sol debilísimo de fondo. A esa misma velocidad la cruzaban a ella escenas de su vida.  Recordó algunos hábitos, el de tenderse en el sofá del departamento a mirar el techo si no podía concentrarse en la lectura. Las siestas con las cortinas cerradas y esa luz verde que entraba y se posaba en el blanco de la mesa. La música. Recordó el consultorio que había debido desarmar para partir. Los, ahora ex, pacientes que le hab

Los viejos V

Frente - Viviana Bilotti - Ilustración http://vivianabilotti.blogspot.com.ar/ Las ventanas que daban al frente de la casa eran de madera, con tablitas. Todas las casas del barrio eran iguales y tenían las mismas ventanas corredizas. Una noche, no recuerdo por qué, fui hasta la casa de noche, después de la cena. Por las rendijas se veía luz. Cuando me acerqué a la puerta, además, escuché música. Tenían un combinado (así llamábamos a esa especie de mueble donde había tocadiscos, parlantes y lugar para guardar los long-plays ). Era de una madera clara y no recuerdo haberlo visto abierto, u oído sonar nunca. Ahora de ahí salía un tangazo. Era ‘Tarde’ en la voz de Julio Sosa, eso no me lo olvido jamás. Me llamó la atención. Eso sí que era inesperado. Había dudado, al principio, si ir o no por lo tarde de la hora. Sentí mucha curiosidad, no llamé a la puerta. Fui a buscar la rendija que me dejara mirar. Uno sabe, hay algo en el volumen, en el tono de la luz, alguna cosa que uno no pued

Animales III

Liliana Italiano - Cerámica http://lilianaitaliano.blogspot.com.ar/ Y entonces, un día, todo sobra.  El borde de un exceso, un plus  Un presente no vasto. Que no basta.  Un día, los nombres se entremezclan  Hablan. En lenguas inentendibles, me hablan  Y el cuerpo -mi cuerpo- excede, tanto.  Lo que miro sigue su curso en las fresias rojas del frente de la casa.  Este año volvieron. Sé que volvieron porque alguien las vio antes.  Alguien, antes, fijó un tiempo de bulbos y de casas.  Lo que no vi siguió su curso.  Lo que no veo también fluye.  Y yo me esfuerzo para que lo que es, sea  Para que lo que fue, fuera.  Pero, un día, todo sobra.  El presente se alarga como mancha  ITO JAKUCHU - Phoenix and Sun https://www.wikiart.org/es/ito-jakuchu   Veo el detrás y, parece, que el delante.  Un laberinto estrecho que recorre  Con desmantelada ironía  Con desarticulada gracia  La palabra presente.  Capas, la ironía y la gracia, 

El tiempo IV

Kiyoshi Saito- Ecstasy-1953 https://www.wikiart.org/es/kiyoshi-saito/ecstasy-b-1953 Dice que no le había pasado nunca. Que así no es como sabía ser, que no se lleva bien con estas cosas.  Es que la vida tiene tantas consistencias.  La consistencia líquida de lo que dura, la blandura de lo que crece, la fragilidad de lo que muere y, también, el filo de lo que no se va a quedar. Yo me pregunto, a veces, si la fugacidad que nos cortó no permanecerá en la cicatriz. Alguna vez—si estamos atentos, si miramos los ojos que nos miran, si dejamos que algo nuestro (que no somos nosotros) por una vez decida— la vida nos toca de otra forma. Nos cambia la consistencia. Abre los tejidos, saca a ventilar las vísceras y quedamos expuestos a las inclemencias de un encuentro. Nos deja sin el abrigo de lo conocido. Nos hace amar un cuerpo anónimo con una pasión que no nos habitaba. Nos anima a articular en palabras sucedidas la sorpresa de una nueva dimensión, la de los cuerpos, la del amor furtiv

Los días I

Bui Xuan Phai - Vietnam https://www.wikiart.org/es/bui-xuan-phai Está pintando el otoño y en Mendoza hay que ver cómo se pinta. Ayer fue un día apacible, de inicios de estación, esos tan lindos que uno queda como a la espera de sus regalos. Y ayer llegaron. Primero, una llamada que se cortó con un ‘te quiero’, luego una respuesta de correo inesperada y con augurios; y hasta una indeclinable invitación a un viaje. Me pareció verle una sonrisa, como a la pasada. Hice exactamente lo que quise hacer durante todo el día. No había urgencias y mañana haría lo que dejaba pendiente.  Esta mañana me despertó el ruido de un accidente en la calle. Salté de la cama. El teléfono hizo exactamente lo mismo, pero estalló en diez pedazos. Salí a la vereda, otros vecinos habían auxiliado a la mujer y llamado a la ambulancia. Cerré mal la puerta y uno de los perros se escapó. Salió con el único propósito de atacar al perro de la vecina de enfrente, que terminó ensangrentado como la mujer en el

El tiempo III

Ilustración de Viviana Bilotti http://vivianabilotti.blogspot.com.ar/ Cuando él llamó, “el dinosaurio todavía estaba allí”. Se habían conocido, en una ciudad, en la adolescencia. Se habían reencontrado, en otra ciudad, en la juventud. Acabaron resignándose a los encuentros a lo largo de la juventud tardía, la madurez temprana y la edad adulta. Tenían algo que aprenderse y así se vivieron mutuamente. Un amor que no cabe en el terreno alambrado de la cultura. Algunas veces intentaron encajar en las formas acostumbradas, hicieron esfuerzos por comprender. Alguno de los dos, de manera intermitente, incluso se animó a llamarlo con un nombre. Lo que se tenían no estaba oculto en la profundidad de una montaña ni expuesto a la luz del cielo. No era mundano ni tampoco divino. Era. Los excedía y los incluía, pero era mayor que la suma de ambos. Después de varios años, y como solía ocurrir entre ellos, de la nada, llamó. Dijo que había encontrado un dibujo que había hecho en alguna época,

Visitas II

Fotografía de Carlos Martino - Regreso de Buenos Aires https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10210346237122110&set=pb.1527672303.-2207520000.1521484301.&type=3&theater En París, vi que las novias (sobre todo de origen asiático) se sacaban fotos todo el tiempo, con todas las luces posibles, sobre el Sena. Vi que el amor era un candado que derrumbaba puentes y la ciudad no los resistía: Nos ponts ne résisteron pas à votre amour . Vi a un hombre joven, con su barba pintada de verde y piercings a lo largo de ambas cejas, conversar en el tube con una mujer de mi edad vestida en modo oficina y tacos aguja, y los oí reír a carcajadas. Vi, en el mismo tube , a un grupo de amigos (con los atuendos más estrepitosos y dignos de un recital de Prince) escuchar con respeto, aplaudir y dejar billetes (no monedas, ¡en libras!) a un guitarrista negro, español que cantaba algo hermoso en un idioma que me fue imposible reconocer. Mientras un señor mayor, con acento irlandés y cabello

El viento III

Fotografía de Carlos Martino https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10209986244962531&set=picfp.1527672303.10209986244762526&type=3&theater La población indígena donde hacían la “veranada” era el último punto del recorrido. A partir de allí emprenderíamos el regreso. Era nuestro tercer día en la montaña. La tercera noche sería en un punto a la vuelta de la población donde cazaban su provisión de guanacos para el invierno. Era enero, pleno verano en la cordillera. Mi caballo era petizo, el más manso, porque no me atrevería a dar indicaciones a un animal mil veces más grande y sabio en cuestiones de montaña. Cuando llevábamos un par de horas de marcha comenzó el viento blanco, íbamos por un desfiladero a más de 3.500 metros de altura. Nos cubrimos la cara con pañuelos y ajustamos la cuerda del sombrero al mentón para que no se volara. El volcán por el que estábamos cruzando se llama Overo, que en el español nuestro quiere decir manchado. Manchas blancas de hielo sobre

La estaciones I

ITO JAKUCHU - shuto-gunjakuzu https://www.wikiart.org/es/ito-jakuchu - Yo no tengo la fuerza de ese árbol.  Dijo ella, sentada sobre la pirca que dividía el río. A la orilla norte del río la contorneada una línea de plátanos con raíces que salían de la tierra en un diseño enmarañado. La hilera de árboles no se extendía más que un par de cuadras. El resto de la orilla era bajo, rocoso, con algunos arbustos esparcidos que hacían de telón de fondo al amarillo de lo lirios en el agua.  Estaba completándose el día y la luz era oblicua. Esa luz de primavera tardía o de otoño temprano no llegaba a reflejarse sobre el agua. Habían quedado solos tras una intensa siesta de palabras cortantes derramadas con el vino y la fruta. Se habían dicho algo después de mucho tiempo. Él retomó el diálogo de hacía unas horas.  - Estoy extrañado, de verdad. Creí que entre nosotros...  Se detuvo para observar el cielo.  - Mirá esos patos. Vuelan de dos en dos, parece que supieran el

Variaciones sobre una despedida III

Como una sombra, también,  de corazón todo húmedo  y vagamente florido.  Don JuanEle  (Ortiz) III  Self portrait with arm twisted above head Egon Schiele - 1910 https://www.wikiart.org/es/egon-schiele Dejá que hablen los poetas. Que tu llamado de amor se desgrane por la callejuela, abatido de lunas. Date una pose imperiosa y suave aunque no puedas, todavía, acomodarte al dolor. Envolvete en tu propia piel y besá a la ciudad en un solo baño de sentida poesía. Tomá todas las artimañas que usan las personas cuando desean algo, cualquier cosa. (Quizá esa soledad de mí, que habrás deseado, y que ahora te resulta insoportable).  Sé multiforme y de ningún modo ostentes una sola alma. No sigas buscando siempre a lo que, realmente, ya no puede encontrarte. Tu sufrimiento no se va a calmar huyendo, se intensificará. Encontrá un sentimiento digno de colocar en alguna parte que no sea esta alcantarilla negra de dudas y de pérdida. Una locura ruidosa en medio del silencio:

El cielo II

Fotografía de Carlos Martino - Tormenta en San Rafael, Mendoza https://carlosmartino.com/ Anoche hubo tormenta. De esas espectaculares, con rayos, centellas, truenos feroces y demás tigres. Giraba en círculos por la noche y Zeus lanzaba rayos por donde se estaría escondiendo Cronos. Salí a la galería para mirarla, para ser testigo de primera mano. Hay algo mágico en las tormentas cuando uno puede mirarlas en lugares donde la luz de la civilización casi no ha llegado. No duré mucho porque mojaba y castigaba incluso donde habitualmente no me siento a la intemperie. Recordé un curso que hice hace un tiempo vinculado a la meteorología. Era un curso sobre el fenómeno de La Niña. La tormenta me arrancó una confesión. La ciencia de la meteorología me excede y pude con ella cuando comencé a leerla como un oráculo. Así. Hay señales que se pueden medir, calcular para hacer el pronóstico. Incluso las escalas pueden medirse de manera bastante certera, aunque la palabra “bastante” es clave.

Albertina I

By Egon Schiele - The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202.  Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain,  https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=158795 Soy un cuadro.  Me ha atravesado un deseo hecho nombre en la mirada. Por eso puedo ver mi propia sombra sobre los muros de los paseantes que vienen a mirarme. A veces reconocen algunos centelleos en su propia mirada, otras, los ofrecen de manera callada y misteriosa, posándome en las manos un tramo roto del espejo de su alma.  Hay deseo.  El lazo que instiga la mirada de quien viene a observar es el dibujo exacto del trazo aquel que atravesara nuestro tiempo. El tiempo en que el pintor y la modelo confundieron los ojos. Pude mostrarme porque me miraba. Pude mirarlo porque en su pantalla se surcaba, sutilmente, la línea en escalpelo de mis ojos.  Me vio. Lo vi.  El amor pudo.  Ahora cuelgo rampante fijada en la pared, apresada en un gest

El cielo I

Maple tree and small birds - Ito Jakuchu https://www.wikiart.org/es/ito-jakuchu Hay unas plantitas parecidas a las cebollas que puse cerca de las cortaderas. Algunos años florecen y otros no. Hace unos días florecieron y a mí me parece que cambiaron todo el jardín. Así, chiquititas como son. Las cortaderas este año sacaron sus plumas, además. No lo habían hecho nunca desde que estoy acá. Parece que supieran. Los días son todos casi iguales. Aunque la luz de la mañana tiene un lustre más suave en estos días y el atardecer se apura un poco en teñir las nubes. La luna, en cambio, es la luna. Ella es predecible, por eso cambio los ojos para salir a mirarla. Hay algo que va anunciando el otoño, algún otoño, este otoño. Ya me había dicho el poeta que abril era el mes más cruel, y le he creído. Pero esta vez la mezcla de recuerdos y deseos me ha tenido un poco inquieta. Este otoño no va a parecerse a ningún otro. Por eso los cebollines y las cortaderas se pavonean por el parque, porqu

Los viejos IV

Fotografía de Carlos Martino - Urbanos y Humanos https://carlosmartino.com/#!/-urbanos-y-humanos/ Llegaba a casa subiendo la calle  empinada   de tierra sin bajarse de la bicicleta. En el canasto venía el pan de mandarinas que todos esperábamos. Llegaba a la clase, con sus 80 años, y nos enseñaba de qué se trataba la danza, de qué material estaban hechos los cuerpos, dónde se escondía la calidad de un movimiento. Todos los demás teníamos, por lo menos, la mitad de su edad (aunque nos duplicaba en mucho más). Las clases de técnicas corporales terminaban en danza ¿cómo se arma un diálogo, si no? Ella era capaz de encontrar la economía de cada movimiento, llenarlo de su gracia y de sentidos. El aplauso nuestro era la respuesta instantánea. Salía al unísono como un coro. Lo nuestro, en cambio, resultaba demasiado, parecía forzado, abarcaba más espacio y energía que la que hacía falta. Un despliegue. Un exceso. El pan también era pequeño y el aroma inconfundible —llegaba un poco más l

Variaciones sobre una despedida II

te llamo  igual que antaño la amiga al amigo  en pequeñas canciones  miedosas del alba  Alejandra Pizarnik II  ¿A qué hora empezó esta penumbra maldita? ¿Qué viento cesó? ¿Dónde está ese otro que vendrá a reanudar el sinfín del aire? Hablo conmigo porque no estás acá, bajo la hierba. Toda la noche he estado llamándote por saber si era verdad. Por saber si es verdad que estoy bajo la tierra.  ¿Es verdad que es de noche?  Hablame. Pero no nombres los jardines, no nombres el río, no nombres la música.  ¿Soy, ya, una fugitiva de lo que amo?  Hablame de lo que vibra en mi cuerpo, de lo que se abre y se cierra a mi mirada. Hablame del silencio. Recordame.  ¿Cuántos siglos hace de esta invertida huerta de espectros? ¿Cuántos? Escucho mis voces, el coro de los muertos, pero no oigo tu voz. ¿Dónde está la voz que hacía de mi cuerpo una fiesta delirante? Y ¿El pan del día, con el que naufragar es un laberinto remontable y morir un verbo que no termina d

Variaciones sobre una despedida I

Hay en el corazón de la noche  un roce.  Cómo es de sensible la noche!  Don JuanEle (Ortiz)   I  Death and the Maiden - Egon Schiele - 1915 https://www.wikiart.org/es/egon-schiele El sol ha llegado a su punto más alto. Ahora, en esta hora única, vos y yo estamos juntos. Dejemos que esto exista. Todo tiene la medida y el color exactos. Esta orilla, esta aquiescencia surcada por el azote de un viento que nunca conocimos. Vos y yo bajo la recta mirada del sol ¿Qué hacemos aquí? Desposeídos, indefinidos. Ojalá la vida pudiera ofrecernos otra permanencia. Otra profusa vaguedad. ¿Cómo hallar la grieta del consentimiento?  Ahora tu mano se posa en la mía. Creés que duermo. Creés que mi derrotero son estos confines. Creés saber. Saberme. (No podría ahuyentar, aunque quisiera, el amueblado de tus pesadillas). Tu mano sobre la mía. Húmeda. Hay un gesto esculpido en el abismo. Un gesto dislocado: tu mano húmeda y la mía.  Tanta agua, tan mansa ¿Habrá perdido s