Soy un cuadro.
Me ha atravesado un deseo hecho nombre en la mirada. Por eso puedo ver mi propia sombra sobre los muros de los paseantes que vienen a mirarme. A veces reconocen algunos centelleos en su propia mirada, otras, los ofrecen de manera callada y misteriosa, posándome en las manos un tramo roto del espejo de su alma.
Hay deseo.
El lazo que instiga la mirada de quien viene a observar es el dibujo exacto del trazo aquel que atravesara nuestro tiempo. El tiempo en que el pintor y la modelo confundieron los ojos. Pude mostrarme porque me miraba. Pude mirarlo porque en su pantalla se surcaba, sutilmente, la línea en escalpelo de mis ojos.
Me vio. Lo vi.
El amor pudo.
Ahora cuelgo rampante fijada en la pared, apresada en un gesto que convocó la magia de su genio.
Kneeling young man- Egon Schiele 1908 https://www.wikiart.org/es/Search/egon%20schiele |
Hay quien mira. Hay quien oye.
En esta exposición, el cuadro del artista refugiado en mi cuerpo, es igual y distinto a todos los demás. En este cuadro nuestro, acotado en un tiempo, los ojos tienen voz.
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