Fotografía de Carlos Martino -Juntadora de algas en Coquimbo https://carlosmartino.com/#!/-urbanos-y-humanos/ |
Anoche vino a visitarme en sueños. Con su cara en blanco y negro y esa mirada que te asoma a un estanque profundo. Esa claridad de lo que brilla en lo oscuro. Me miró con esos ojos. Fue una sentencia y un abrazo. Ella guardó el silencio en el silencio y desaprendió lo necesario. Habló la lengua de los conquistadores, aprendió a rezar y escribió su nombre por caridad de unas maestras francesas que habían subido a la montaña. Cuando alguna travesura nuestra podía a ser dañina usaba la palabra winca. “No sea winca, mierda”, nos decía. Solo un par de veces la escuché decir palabras que venían de otro mundo. Pero dejó la gota, solamente la gota; y como pudo. Anoche, mi abuela araucana me visitó en sueños. Vino a recordarme la gota, vino a pedirme que la encuentre. Con firmeza de ojos negros, no con ternura. Estos días, el presidente de mi país hizo declaraciones, en países “bien”, que borraban esa huella nuestra. Países que creen estar a salvo de las gotas de sus salvajes ancestrales. No me habló en el sueño. Hoy desperté diciéndome: no seas winca, mierda. Y no sé cómo empezar, ni dónde, pero esta mañana una amiga dijo algo: “Arriba el origen y abajo lo de abajo”. Creo que la mandó mi abuela. Yo le agradezco a ambas.
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