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El cielo II

Fotografía de Carlos Martino - Tormenta en San Rafael, Mendoza https://carlosmartino.com/ Anoche hubo tormenta. De esas espectaculares, con rayos, centellas, truenos feroces y demás tigres. Giraba en círculos por la noche y Zeus lanzaba rayos por donde se estaría escondiendo Cronos. Salí a la galería para mirarla, para ser testigo de primera mano. Hay algo mágico en las tormentas cuando uno puede mirarlas en lugares donde la luz de la civilización casi no ha llegado. No duré mucho porque mojaba y castigaba incluso donde habitualmente no me siento a la intemperie. Recordé un curso que hice hace un tiempo vinculado a la meteorología. Era un curso sobre el fenómeno de La Niña. La tormenta me arrancó una confesión. La ciencia de la meteorología me excede y pude con ella cuando comencé a leerla como un oráculo. Así. Hay señales que se pueden medir, calcular para hacer el pronóstico. Incluso las escalas pueden medirse de manera bastante certera, aunque la palabra “bastante” es clave.

Albertina I

By Egon Schiele - The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202.  Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain,  https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=158795 Soy un cuadro.  Me ha atravesado un deseo hecho nombre en la mirada. Por eso puedo ver mi propia sombra sobre los muros de los paseantes que vienen a mirarme. A veces reconocen algunos centelleos en su propia mirada, otras, los ofrecen de manera callada y misteriosa, posándome en las manos un tramo roto del espejo de su alma.  Hay deseo.  El lazo que instiga la mirada de quien viene a observar es el dibujo exacto del trazo aquel que atravesara nuestro tiempo. El tiempo en que el pintor y la modelo confundieron los ojos. Pude mostrarme porque me miraba. Pude mirarlo porque en su pantalla se surcaba, sutilmente, la línea en escalpelo de mis ojos.  Me vio. Lo vi.  El amor pudo.  Ahora cuelgo rampante fijada en la pared, apresada en un gest

El cielo I

Maple tree and small birds - Ito Jakuchu https://www.wikiart.org/es/ito-jakuchu Hay unas plantitas parecidas a las cebollas que puse cerca de las cortaderas. Algunos años florecen y otros no. Hace unos días florecieron y a mí me parece que cambiaron todo el jardín. Así, chiquititas como son. Las cortaderas este año sacaron sus plumas, además. No lo habían hecho nunca desde que estoy acá. Parece que supieran. Los días son todos casi iguales. Aunque la luz de la mañana tiene un lustre más suave en estos días y el atardecer se apura un poco en teñir las nubes. La luna, en cambio, es la luna. Ella es predecible, por eso cambio los ojos para salir a mirarla. Hay algo que va anunciando el otoño, algún otoño, este otoño. Ya me había dicho el poeta que abril era el mes más cruel, y le he creído. Pero esta vez la mezcla de recuerdos y deseos me ha tenido un poco inquieta. Este otoño no va a parecerse a ningún otro. Por eso los cebollines y las cortaderas se pavonean por el parque, porqu

Los viejos IV

Fotografía de Carlos Martino - Urbanos y Humanos https://carlosmartino.com/#!/-urbanos-y-humanos/ Llegaba a casa subiendo la calle  empinada   de tierra sin bajarse de la bicicleta. En el canasto venía el pan de mandarinas que todos esperábamos. Llegaba a la clase, con sus 80 años, y nos enseñaba de qué se trataba la danza, de qué material estaban hechos los cuerpos, dónde se escondía la calidad de un movimiento. Todos los demás teníamos, por lo menos, la mitad de su edad (aunque nos duplicaba en mucho más). Las clases de técnicas corporales terminaban en danza ¿cómo se arma un diálogo, si no? Ella era capaz de encontrar la economía de cada movimiento, llenarlo de su gracia y de sentidos. El aplauso nuestro era la respuesta instantánea. Salía al unísono como un coro. Lo nuestro, en cambio, resultaba demasiado, parecía forzado, abarcaba más espacio y energía que la que hacía falta. Un despliegue. Un exceso. El pan también era pequeño y el aroma inconfundible —llegaba un poco más l

La noche II

Fotografía de Carlos Martino - Niña venezolana http://www.carlosmartino.com/ Esto que se sucede  Como nubes o aves o cardúmenes.  Esto que yo no sé de qué está hecho  Si es de agua, tierra, de aire  O de verdades.  Esto que tiene gestos colectivos  Esto tan singular  Tan del silencio.  Esto que no me ve  Y que yo miro.  Esto que se acercó, que se alejó  Que me trajo.  Esto de espolvorear imanes en los roces  De que llegues sin que yo te espere  De que vueles sin que yo me quede.  Esto  Tan de río.  Esto que no me mira  Y que yo veo.

Variaciones sobre una despedida II

te llamo  igual que antaño la amiga al amigo  en pequeñas canciones  miedosas del alba  Alejandra Pizarnik II  ¿A qué hora empezó esta penumbra maldita? ¿Qué viento cesó? ¿Dónde está ese otro que vendrá a reanudar el sinfín del aire? Hablo conmigo porque no estás acá, bajo la hierba. Toda la noche he estado llamándote por saber si era verdad. Por saber si es verdad que estoy bajo la tierra.  ¿Es verdad que es de noche?  Hablame. Pero no nombres los jardines, no nombres el río, no nombres la música.  ¿Soy, ya, una fugitiva de lo que amo?  Hablame de lo que vibra en mi cuerpo, de lo que se abre y se cierra a mi mirada. Hablame del silencio. Recordame.  ¿Cuántos siglos hace de esta invertida huerta de espectros? ¿Cuántos? Escucho mis voces, el coro de los muertos, pero no oigo tu voz. ¿Dónde está la voz que hacía de mi cuerpo una fiesta delirante? Y ¿El pan del día, con el que naufragar es un laberinto remontable y morir un verbo que no termina d

Variaciones sobre una despedida I

Hay en el corazón de la noche  un roce.  Cómo es de sensible la noche!  Don JuanEle (Ortiz)   I  Death and the Maiden - Egon Schiele - 1915 https://www.wikiart.org/es/egon-schiele El sol ha llegado a su punto más alto. Ahora, en esta hora única, vos y yo estamos juntos. Dejemos que esto exista. Todo tiene la medida y el color exactos. Esta orilla, esta aquiescencia surcada por el azote de un viento que nunca conocimos. Vos y yo bajo la recta mirada del sol ¿Qué hacemos aquí? Desposeídos, indefinidos. Ojalá la vida pudiera ofrecernos otra permanencia. Otra profusa vaguedad. ¿Cómo hallar la grieta del consentimiento?  Ahora tu mano se posa en la mía. Creés que duermo. Creés que mi derrotero son estos confines. Creés saber. Saberme. (No podría ahuyentar, aunque quisiera, el amueblado de tus pesadillas). Tu mano sobre la mía. Húmeda. Hay un gesto esculpido en el abismo. Un gesto dislocado: tu mano húmeda y la mía.  Tanta agua, tan mansa ¿Habrá perdido s