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Visitas II

Fotografía de Carlos Martino - Regreso de Buenos Aires https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10210346237122110&set=pb.1527672303.-2207520000.1521484301.&type=3&theater En París, vi que las novias (sobre todo de origen asiático) se sacaban fotos todo el tiempo, con todas las luces posibles, sobre el Sena. Vi que el amor era un candado que derrumbaba puentes y la ciudad no los resistía: Nos ponts ne résisteron pas à votre amour . Vi a un hombre joven, con su barba pintada de verde y piercings a lo largo de ambas cejas, conversar en el tube con una mujer de mi edad vestida en modo oficina y tacos aguja, y los oí reír a carcajadas. Vi, en el mismo tube , a un grupo de amigos (con los atuendos más estrepitosos y dignos de un recital de Prince) escuchar con respeto, aplaudir y dejar billetes (no monedas, ¡en libras!) a un guitarrista negro, español que cantaba algo hermoso en un idioma que me fue imposible reconocer. Mientras un señor mayor, con acento irlandés y cabello

El viento III

Fotografía de Carlos Martino https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10209986244962531&set=picfp.1527672303.10209986244762526&type=3&theater La población indígena donde hacían la “veranada” era el último punto del recorrido. A partir de allí emprenderíamos el regreso. Era nuestro tercer día en la montaña. La tercera noche sería en un punto a la vuelta de la población donde cazaban su provisión de guanacos para el invierno. Era enero, pleno verano en la cordillera. Mi caballo era petizo, el más manso, porque no me atrevería a dar indicaciones a un animal mil veces más grande y sabio en cuestiones de montaña. Cuando llevábamos un par de horas de marcha comenzó el viento blanco, íbamos por un desfiladero a más de 3.500 metros de altura. Nos cubrimos la cara con pañuelos y ajustamos la cuerda del sombrero al mentón para que no se volara. El volcán por el que estábamos cruzando se llama Overo, que en el español nuestro quiere decir manchado. Manchas blancas de hielo sobre

La estaciones I

ITO JAKUCHU - shuto-gunjakuzu https://www.wikiart.org/es/ito-jakuchu - Yo no tengo la fuerza de ese árbol.  Dijo ella, sentada sobre la pirca que dividía el río. A la orilla norte del río la contorneada una línea de plátanos con raíces que salían de la tierra en un diseño enmarañado. La hilera de árboles no se extendía más que un par de cuadras. El resto de la orilla era bajo, rocoso, con algunos arbustos esparcidos que hacían de telón de fondo al amarillo de lo lirios en el agua.  Estaba completándose el día y la luz era oblicua. Esa luz de primavera tardía o de otoño temprano no llegaba a reflejarse sobre el agua. Habían quedado solos tras una intensa siesta de palabras cortantes derramadas con el vino y la fruta. Se habían dicho algo después de mucho tiempo. Él retomó el diálogo de hacía unas horas.  - Estoy extrañado, de verdad. Creí que entre nosotros...  Se detuvo para observar el cielo.  - Mirá esos patos. Vuelan de dos en dos, parece que supieran el

Augurame el mar

I  Egon Schiele - Sunflowers . 1911 https://www.wikiart.org/es/egon-schiele Sí, el tiempo pasó  ¿Por qué nada me llama a estar con vos?  Como antes,  cuando todo se reducía a estar con vos,  sólo con vos  Algo busca concretarse porque  empiezo a penar  En casa no hallo las presencias de mi sed  Los adioses me bebieron  (¿Qué escenas debo invocar  para amortiguar mi ardor?)  II  Fotografía de Carlos Martino - Coquimbo, Chile https://carlosmartino.com/#!/-inicio/ El torrente de la oscuridad  rompe sus aguas contra mí  Quiero balancearme, ser azotada, flotar y hundirme  como una rama náufraga  Quise  descubrir en tu interior  algo hecho enteramente para mí  Algo,  como una gota de sangre animal  (¿Creés que podrá después de vos  mi alma  recordarse?)  III  La noche oculta a los amantes  camino de la aventura  Vos estás ahí,  en la ausencia de vos que proyecta el paisaje  Dormís,  no a mi lado 

Variaciones sobre una despedida III

Como una sombra, también,  de corazón todo húmedo  y vagamente florido.  Don JuanEle  (Ortiz) III  Self portrait with arm twisted above head Egon Schiele - 1910 https://www.wikiart.org/es/egon-schiele Dejá que hablen los poetas. Que tu llamado de amor se desgrane por la callejuela, abatido de lunas. Date una pose imperiosa y suave aunque no puedas, todavía, acomodarte al dolor. Envolvete en tu propia piel y besá a la ciudad en un solo baño de sentida poesía. Tomá todas las artimañas que usan las personas cuando desean algo, cualquier cosa. (Quizá esa soledad de mí, que habrás deseado, y que ahora te resulta insoportable).  Sé multiforme y de ningún modo ostentes una sola alma. No sigas buscando siempre a lo que, realmente, ya no puede encontrarte. Tu sufrimiento no se va a calmar huyendo, se intensificará. Encontrá un sentimiento digno de colocar en alguna parte que no sea esta alcantarilla negra de dudas y de pérdida. Una locura ruidosa en medio del silencio:

El cielo II

Fotografía de Carlos Martino - Tormenta en San Rafael, Mendoza https://carlosmartino.com/ Anoche hubo tormenta. De esas espectaculares, con rayos, centellas, truenos feroces y demás tigres. Giraba en círculos por la noche y Zeus lanzaba rayos por donde se estaría escondiendo Cronos. Salí a la galería para mirarla, para ser testigo de primera mano. Hay algo mágico en las tormentas cuando uno puede mirarlas en lugares donde la luz de la civilización casi no ha llegado. No duré mucho porque mojaba y castigaba incluso donde habitualmente no me siento a la intemperie. Recordé un curso que hice hace un tiempo vinculado a la meteorología. Era un curso sobre el fenómeno de La Niña. La tormenta me arrancó una confesión. La ciencia de la meteorología me excede y pude con ella cuando comencé a leerla como un oráculo. Así. Hay señales que se pueden medir, calcular para hacer el pronóstico. Incluso las escalas pueden medirse de manera bastante certera, aunque la palabra “bastante” es clave.

Albertina I

By Egon Schiele - The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202.  Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain,  https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=158795 Soy un cuadro.  Me ha atravesado un deseo hecho nombre en la mirada. Por eso puedo ver mi propia sombra sobre los muros de los paseantes que vienen a mirarme. A veces reconocen algunos centelleos en su propia mirada, otras, los ofrecen de manera callada y misteriosa, posándome en las manos un tramo roto del espejo de su alma.  Hay deseo.  El lazo que instiga la mirada de quien viene a observar es el dibujo exacto del trazo aquel que atravesara nuestro tiempo. El tiempo en que el pintor y la modelo confundieron los ojos. Pude mostrarme porque me miraba. Pude mirarlo porque en su pantalla se surcaba, sutilmente, la línea en escalpelo de mis ojos.  Me vio. Lo vi.  El amor pudo.  Ahora cuelgo rampante fijada en la pared, apresada en un gest